miércoles, 1 de octubre de 2008

CRÓNICA DE UN MUNDIALISTA

Hola a todos,
intentaré resumir en unas líneas todo lo pasado en 10 días. La verdad es que yo ya estaba contentísimo sólo por el hecho de ir, pero quien más quien menos espera un buen resultado. Los 2 primeros días me dediqué a visitar Buenos Aires con Blai (mi compañero de habitación), Yoly y Flavia. Hacíamos a diario un montón de anagramas de los preparados por Blai, nos reíamos, comíamos bien, y veíamos BA. Tampoco estuve muy atento al torneo, pero de repente llegó. Lo primero, la Copa de las Naciones. Patxi se postula como capitán. Yo soy el primero en mostrar mi interés. Necesito una previa al Mundial para calentar. Empezamos y estamos arrasando. Ganamos a Colombia, Uruguay, Argentina, Combinado Central-Norte (con la derrota de México en la tercera), y a falta de 2 rondas para el final sólo necesitábamos una victoria para quedar campeones. Y ahí llegó la debacle. Derrota ajustada ante Venezuela (los futuros campeones), pero el último encuentro parecía asumible, un combinado andino con muy pocas victorias. Patxi no se fiaba antes de empezar y su intuición resultó premonitoria. Álvaro ganó y yo perdí con una peruana. Quedaba por acabar Raúl con Miguel Cavero, iba perdiendo pero tenía comodín para intentar acabar, pero no hubo suerte. La verdad es que dejó un muy mal sabor de boca en todos, ya que lo teníamos prácticamente ganado. Yo acabé con emociones contradictorias, ya que gané a los campeones colombiano y argentino, pero perdí con los 2 rivales teóricamente más asequibles.
Pero pocas horas después llega lo bueno, el mundial individual. Debo reconocer que cuando dijeron que empezáramos la primera partida y todo el mundo empezó a mover las fichas se me pusieron los pelos de punta. Enric enojado con el final de la primera partida, yo final ajustado y derrota con Alejandro Terenzani de Venezuela. En la segunda reaccioné y gané a un guatemalteco. Pero lo peor estaba por llegar, de las 8 siguientes partidas sólo gané 1. Había entrado en una mala racha increíble. Los atriles no acababan de salir, y cada vez que me veía 100 puntos abajo, ya pensaba que no podría remontar. Me veía concentrado, pero luego encontré varios scrabbles que no vi, algunos de ellos muy fáciles. Me iba desanimando y además veía que los demás todos iban bastante bien. Además el jet lag no dejó de azotarme en todo el viaje. Dormir 5-6 horas cada día y sobrevivir con café no me hizo un favor, pero el ambiente dentro del equipo era fantástico. No olvidaré las comidas y cenas, y las risas en el bar del hotel hasta altas horas.
Los participantes de más de 1 año se conocen todos entre ellos, y hay una serie de anécdotas que ya han pasado a la historia.
Yo necesitaba cambiar mi dinámica y ahí debo agradecérselo a Flavia. Me cogió, me llevó a comer, me llenó de besos y me dio un par de amuletos para darme suerte (los llevé todo el resto del torneo). Y de repente todo empezó a cambiar. Los inicios eran mejores, las letras acompañaban más, y la confianza empezó a crecer. También hay que reconocer que estar durante todo el torneo en las últimas mesas fue una experiencia curiosa. La gente es como más cordial, y no existe tanta presión por ganar. Ivette empezó a frecuentar las últimas mesas y antes de empezar cada partida, se merecía un beso y un abrazo. Gané 6 de las 8 últimas partidas, algunas de ellas en finales muy ajustados, que son de las que dan confianza. Al salir de las partidas a la puerta del hotel (para fumar) las caras ya denotaban la tensión, unos contentos por salir del pozo (como yo), otros por la posibilidad de meterse entre los primeros, otros por pasar a la final.
Enric, después del desastre de las primeras partidas, consigue llegar a la final, y el resto es historia, pero fueron inenarrables la emoción y los aplausos después de poner QUEROCHAD y ASCESIS en la primera partida, así como el OHHHHHHHHHHH!!!!! después de poner DIJES. Nadie en la sala los vio, a pesar de haber varios campeones allí dentro.
Mi sensación final es claramente rara, contento por ganar 8 a pesar del puesto 61 de 80, pero pensando que mi nivel real está bastante por encima. Pero me queda el consuelo que a grandes españoles ya les pasó lo mismo en su primer mundial.
Después de acabar la final, se empiezan a ver caras de cansancio, se acaba la tensión y el café, y se empiezan a ver maletas y check-outs.
Las despedidas no son un hasta siempre, son hasta Isla Margarita. Gente magnífica y gente rara que espero volver a ver el año que viene. Pero eso todavía está lejos, y la clasificación será muy dura.
El viaje de vuelta fue un placer. 12 horas de avión con Álvaro Noguer dieron para el I Torneo Sorojchi, en el cual vencí por 5-3 (sí, 8 partidas en 12 horas). Le debieron afectar los 12000 metros de altura y los 56 bajo cero, jajaja.
Sólo espero poder escribir estas líneas de aquí a un año.
Por cierto, para los que no lo sepáis, me caso el sábado y luego me voy a hacer un crucerito por el Mediterráneo.

Suerte, compañeros

Neme