Con cierto retraso informativo, debido a la hora menos guanche, queremos felicitar a nuestros valientes
qanarios, que llevaron la Q hasta alcores insospechados de casi mil novecientos cuarenta y nueve metros, sin haber padecido siquiera mal de isla.
Marián y
Joan ya forman una gran pareja medallista, de oro y auricalco (quienes, según runrunes dignos de confianza, están pensando abrir la primera scracademia catalemeña).
Glòria hizo un torneo casi de ensueño, duplicada incluida.
Marina tuvo que hacer frente con brio a la presión psicológica al jugar en la propia cancha.
Topo se enzarzó con mucho vigor en unas luchas posbetancurianas.
Tori demostró en qué consiste el recio temple queimadero.
